AHORA 5% DE DESCUENTO EN TODAS LAS COMPRAS A TRAVÉS DE NUESTRA WEB (no aplicable a ofertas).
GASTOS DE ENVÍO GRATIS PARA PENÍNSULA POR COMPRAS SUPERIORES A 40€ (PARA LEÓN Y ALFOZ 30€)
Cerca del fin de sus días, el testimonio de E-83 resulta más fresco que nunca después de cincuenta años desde que acontecieron aquellos deleznables episodios en la Residencia Infantil San Cayetano de León, gobernada durante el período de 1955 a 1965 por los religiosos de la Orden Terciarios Capuchinos. Un periodista de El Diario de León decide rendir homenaje a un compañero suyo de profesión fallecido meses antes y que nunca se atrevió a contar publicamente todo lo que sufrió y padeció dentro de las paredes de aquella casa. A tal fin contacta con E-83 uno más de los niños expósitos que, pese al cáncer de páncreas terminal que padece, conserva viva la memoria. Una verdad oculta, no solo por los poderes públicos y religiosos de entonces, sino por los propios niños (hoy ya personas mayores) que soportaron estoicamente las atrocidades y vejaciones de todo tipo, incluida la pederastia (abusos sexuales). Solo el orgullo y el amor propio les hicieron fuertes frente a aquellos hombres-bestias de sotana y crucifijo capaces de prostituir su alma y la de aquellos niños. Un relato espeluznante que debería poner los cimientos de esa institución consagrada patas arriba.
Cerca del fin de sus días, el testimonio de E-83 resulta más fresco que nunca después de cincuenta años desde que acontecieron aquellos deleznables episodios en la Residencia Infantil San Cayetano de León, gobernada durante el período de 1955 a 1965 por los religiosos de la Orden Terciarios Capuchinos. Un periodista de El Diario de León decide rendir homenaje a un compañero suyo de profesión fallecido meses antes y que nunca se atrevió a contar publicamente todo lo que sufrió y padeció dentro de las paredes de aquella casa. A tal fin contacta con E-83 uno más de los niños expósitos que, pese al cáncer de páncreas terminal que padece, conserva viva la memoria. Una verdad oculta, no solo por los poderes públicos y religiosos de entonces, sino por los propios niños (hoy ya personas mayores) que soportaron estoicamente las atrocidades y vejaciones de todo tipo, incluida la pederastia (abusos sexuales). Solo el orgullo y el amor propio les hicieron fuertes frente a aquellos hombres-bestias de sotana y crucifijo capaces de prostituir su alma y la de aquellos niños. Un relato espeluznante que debería poner los cimientos de esa institución consagrada patas arriba.